Además de las hipotecas existe otro tipo de crédito que los ciudadanos de a pie conocemos bien, que son los préstamos personales o créditos al consumo, como se denominan legalmente. Este tipo de créditos suelen ser sobre todo préstamos destinados a comprar bienes y servicios de una cuantía elevada aunque para acceder a ellos se ofrece como garantía un aval personal, normalmente la nómina con la que se muestra que uno cuenta con el potencial necesario para pagar las cantidades firmadas durante el período de tiempo comprometido por contrato.
Coches, electrodomésticos y viajes suelen ser los artículos más recurrentes a la hora de solicitar uno de estos préstamos, que normalmente tienen un tipo de interés fijo así como un período de tiempo mucho más limitado que los préstamos hipotecarios. Algunas veces se contratan sobre todo préstamos personales aunque uno esté en condiciones de pagar al contado lo que se va a comprar, como medida de ahorro mensual y protección frente a eventualidades que pueden necesitar de un dinero que si se invierte en el bien adquirido no se podrá utilizar para otra cosa durante ese período.
Las líneas de crédito personal suelen estar administradas por una entidad bancaria incluso aunque sea una tienda la que las ofrece. De este modo se legaliza la adquisición de la deuda a través del contrato que se suscribe, cobrando el establecimiento como si el pago hubiera sido en efectivo.